EN INFIERNO
…y
el mundo está podrido y podrido y podrido y en el
Mundo
podrido sólo viven el horror y la muerte.
LUIS
ROGELIO NOGUERAS
viejo
tirano: narcotraficante contrabandista y usurero de legumbres recuerdos y
milagros
ojalá
te mueras con tu voz de tortuga y tu apolillada sabiduría de prostíbulo barato
para que tus ojos jamás se vuelvan a contemplar la luz amable y generosa de los
niños /
que
los geranios no florezcan en la línea de tus manos / ni las amapolas recurran
al sexo desmemoriado de tu amada o a la sombra descoyuntada de tus perros para
que te quedes a oscuras (como el cumpleaños del cesante) en el sudarios ciego e
irremplazable de los tiempos /
que
tu corazón jamás se confunda con el grito de guerra de los hombres / ni con los
aturdidos espantapájaros de la noche / ni con el recuerdo invalorable de los
vinos -naciendo en el rostro jubiloso del rocío- para que tu lecho sea siempre
la ley perseguida por las tretas y las tetas de la rata /
que
los gorriones jamás vuelvan a picotear tu esqueleto sucio de beodo o tus pies
de enano sin consuelo en los afiches nauseabundos de la calle para que las
nubes no vuelvan a engendrar mordeduras extrañas o signos fugaces en tu tumba /
que
los ciegos no te enseñen a pedir limosnas en los bares ni a vender libros o
botellas en los parques ni a soñar con las librerías baratas del invierno o con
el color verde-cielo de las plantas para que tu mirada siga sumergida en las
grutas momificadas y ajusticiadas del espanto /
que
los días no te hagan sobrevivir en las anchas astillas de los barcos / en los
naufragios sin tiempo del domingo / en el azar sin destino de las calaveras
ahuecadas del otoño para que jamás puedas celebrar las delicias de tus babas en
los collares impostergables de la muerte /
que
jamás un arco iris se pose en las margaritas atontadas de tu nuca / ni las
bellas mariposas de los llantos te fecunden en los campos rojos de la dicha
cuando eyaculen su ternura en los cuartos insignes del misterio para que las
colibríes se olviden siempre de tus ociosas pezuñas de carnero degollado /
finalmente
que la tierra te trague para siempre como un bocado oscuro en los asilos
desgraciados de las monjas o en las últimas sombras castigadas de los cardos
para que tus condenados a muerte (como un murmullo suave deslizándose por los
muelles serenos de la luna) te despedacen con sus manos crucificadas en el aire
y no vuelvas a aparecer como un mendigo en las casas castradas de las moscas ni
en los orines destrozados de los sueños ni en los conventos iluminados
infinitamente por las rosas /
Consiste
en saber que uno está perdido.
ALVARO
MUTIS
¿y
esos de las fotografías nunca duermen?
LEONOR
CALMET (93 años)
no sólo
de pan o amor vive el hombre
también
de sus palabras atragantadas como cuchillos en el
miedo
de
sus angustias o desidias vagando como piedras en el pecho
a las dos de la mañana
cuando
el sol arrugado y torvo de sus llantos le hace recordar
que
la fiebre derrotada y turbia de sus sueños
no
tiene heridas en las manos / cicatrices en el cielo
oraciones
en la lengua / letanías en el pasto
matanzas
de hijos o parientes en el charco de la nada
sin
embargo / con sus sucios y suaves bamboleos
y
oscuras vanidades de dientes carcomidos por las palomas
invisibles
de la casa / trata de llevarlo a las hogueras de la
calle
a enfrentarlo con las sombras impuras de la araña
para
no hacerle olvidar / (desde las mareas orgullosas de la
sangre)
/ que es un simple amanuense /
un
ratero con cara de chacal vomitando cuervos y alimañas
en
el aliento aburrido de los bueyes
recordando
las tretas ocultas y frías de la noche
donde
su labor después de calatearse y culear en las cenizas
amarillentas
del verano (a la luz chicha-morada de la luna)
y
peses a la ausencia de aquesos desdichados y ciegos caracoles
que
siempre joden hasta cuando se arrastran por las semillas
enredadas de las uvas
es
quemar todos los bordes hirvientes de la rosa
todas
las carnes crudas y arrugadas del rocío
ora
en los ojos acaramelados de los zorros
ya en
las telarañas duras y microbianas de la mosca
mientras
repite como un idiota lo de siempre
tocando
las costillas blandas de las dudosas y extrañas
lagartijas:
“soy el hijo de dios y basta /
hecho
a imagen y semejanza de las ruinas /
afincado
en los sucios hospitales de la nada /
para
arruinar la última morada de mi penúltima agonía”
pero
al final -espeso como siempre
cuando
se despierta en su casa a las dos o tres de la mañana
y se
encuentra de sopapo con las llaves oxidadas de sus
jefes
y sus crueles oficinas
con
las fotos de sus hijos asesinados por el frío duro
del
engaño y el sol lento de las aguas inservibles en el barro
y carro de basura
haciendo
de las suyas en los labios emputecidos de la hierba
se
dará cuenta que nada es verdad en este mundo
de
hembras peliagudas y horrorosas tumbas clandestinas
a no
ser el estiércol apagado de las vacas
o
los brebajes mudos de la selva inundando como boas
las
alocadas e incandescentes gonorreas de los curas
por
lo que después de caminar un trecho por el campo
malicioso
de sus sueños / y herido como un sapo
en
las fronteras de concentración de su nostalgia (amapolas y
pecados
y tragos de por medio) no le quedará más remedio
que
repartir desde el fondo de su alma / (en trance con el
principio
de los búhos y las algas malvadas de la tierra) /
estampitas
y monedas y direcciones invisibles
en
el poste milagroso de la esquina
o aquellas
palabras que siempre repetía
como
sombras o limosnas expropiadas a las leyes de la guerra:
“que
cualquiera decida mi destino / la luz abandonada de mi vida”
y luego
de vagar como un mendigo por el corazón
y la
techumbre peligrosa de la infancia / entre la desolación y la lentitud de
las
ortigas incandescentes en el alba
tras
el espectro de los sueños y las nubes trituradas de los parques por el
aceite
y las huellas perversas de los ciegos
terminar
afirmando como un niño en los árboles frutales
y resecos de su madre:
“ya
nada queda en este mundo de mares y pétalos vacíos
Solo
mirar el cielo como bar desarreglado
Y después
de loquearse con las huellas de las hembras
Exterminar
con estos ojos agrietados
Los poderes
y las riquezas inexcusables de la lluvia”
GRAFFITIS
/ a Bob Marley
¿este
soy yo? ¿y por qué?
MILAN
KUNDERA
no te hastíes de la vida
haz algo útil con tu tiempo
arroja cuyes a la hoguera
piedrecitas a los ríos
orina en las iglesias
con la complicidad de los mendigos
y la perversión de los espejos
explota los edificios de los ricos
los sueños de tus hijos
la inseguridad de los misterios
recuerda el salario del vecino
las pisadas del andino
el cache o la tristeza
de las tortugas en invierno
no te quedes en pindinga: sueña
con la libertad de tu destino
con la seguridad inconmovible de las estrellas en el
viento
con tu padre ebrio como un caballo desbocado
porque yo /norka / y mírame bien de perfil o por la
espalda
algún día te cacharé en los mercados
en los rincones destruidos
por el llanto silencioso del canario
yo / el amante juvenil del trago y la mentira
del terokal y la piscina y las combis retorcidas
algún día como un cura hijo de puta te violaré
en los desiertos / en la maleza cachacienta
y morada de tus ojos
que sufren
como parroquia abandonada
el infierno incomprensible y subterráneo de tu anhelo
porque recuerda norka / flaca como cuerda de guitarra
todo es gris
siniestro
malvado
cursi
en los recovecos de la dicha
en las apuestas fijas y descachalandradas de los tedios
por eso existo (como dios) de puro milagro entre los
cuervos
gritando que mi madre es una perra una puta
en los hoteles apachurrados de la nada
y que nadie (a pesar del chicle
y la náusea delirante y atormentada de mi alma)
me toma en cuenta
en esta manda humillante de animales
¿comprendes ahora mi odio literario?
¿mi barbarie existencial?
¿mis dudas y miserias?
¿lo insufrible de mis huellas?
¿a los presos de hambre en los sueños carcomidos de la
pena?
podrás reírte o carcajearte de mi angustia
de la izquierdosa postura de mis huesos amargados
en las cunetas infinitas de los lodos
de mis tragos verticales en la hierba
de mi amistad inalterable
con las hembritas más fáciles y ricotonas en el barrio
incluso putearme cuando veas a los puercos tragarse las
sombras y jazmines y los ocasos y los sueños en mis manos
pero como todo tiene un precio (como dicen los capos y
los militares en la selva) te digo / para joderme y
joderte en mi
negra y emperrechinada tristeza:
para qué diablos tienes tu cabeza de wáter como un huevo
en la
mañana
tus ojos de zamba conchuda bamboleándome como un condón
roto
en las margaritas de los parques:
segurito para no perder la memoria y tu silueta por el
aire
y masturbarte como una lechuza barata por el cine
convertirte en una vieja antes de ir con los soplos a tu
madre
no justifiques (así) pues depravada tu alma
tu infortunio y tus malas notas de cocinera barata
tu corazón (es verdad) mi querida estudiante sin rostro
ya no ama la cama / ni la cocina el domingo
se ha extinguido como mi falo o tu hueco
en los callejones atragantados y facilongos del odio
allí donde los guaguas nacen y se retuercen
sin tener un puto cobre para el combo del día
porque la voz es la voz y el tiempo es el tiempo
y el silencio y la noche las mismas bestias de siempre
no importa: algún día la tierra (nos dicen las
vejestorias
y puntualísimas salamandras de otoño) se abrirá y nos
tragará
como una simple cuculí con zapatos y todo
y así se acabará esta pequeña historia mi querida
alcahueta:
como una simple mentira que nunca se acaba
y que jamás se acabará en esta superficie de tetas
baratas
porque como dicen los cabros del día: somos reyes del
mambo
pisando el poncho a los tombos en noches insomnes de
trago
sin embargo no te olvides por ello de los precios del
alba
de echarte vaselina antes de ir al mercado
y pacharaquearte bien con esos cojudos pelotas de trapo
que se pasan la vida tocando su guitarra en la tarde
porque recuerda (aunque estos caprichos se hundan
en los mondongos eclosionados y desvariados del llanto):
la vida es la vida (rata de mierda)
(ratita de mierda) dorando las aguas
Y ahogando a los hijos
Como pequeños sapitos
en sus sueños vanagloriosos de caca
AL
PEQUEÑO DROGO QUE MURIÓ
EN
MIS BRAZOS
Yo te
he visto clamar sin brazos
FRANCISCO
BENDEZÚ
creciste
vendiendo botellas y huachitos a la luz de la luna
el
tiempo para ti jamás tuvo un recuerdo / un horario
o
una cuarto para gritar como un animal salvaje en los
barracones
de la noche: “la hierba es buena
pero
mejor son las chiquillas para fornicar
entre
las amapolas sarnosas de la lluvia”
por
eso en tus bolsillos guardabas siempre fotos de mujeres
desnudas
que encendían como avisos luminosos tus silencios
tal
como ese abrelatas de cerveza que birlaste en aquel
horroroso
manicomio una mañana donde tus parientes
te
llevaron una noche para que no te faltara algún día tu partida de
defunción
ni ese gato que aullaba contigo como un cerdo
nómade
en tu cama
de
este modo (creían)
nadie
podría echarte tan fácilmente al olvido
ni a
esa rueda de trastos y viejas primaveras humanas
que
son los días después de un sueño lamentable de viejos
mendigos
donde
las agallas del pescado y los bosques del cielo se confunden con la
dentadura
postiza de las doncellas desnudas y
las abuelas putrefactas de tedio
tal
vez por eso (y no por culpa de tu sombra o de algún tonto
o
antiguo asesino o implacable verdugo) habías agarrado la
costumbre
de pegarle a tu madre y robarle las gallinas y los
balones
de gas a tu vecino: para defenderte
de
todas las miserias del orbe
y de
todas las mentiras que crecían como un diluvio en tu
carne sancochada de loro
jamás
supiste (y eso me lo dijiste infinidad de veces
cuando
veíamos - ¿recuerdas? - al pie de los balcones de los
cines derruidos)
que el mundo existía o pretendía existir en su lamento
cornudo
de ancianos
y que para ti era solamente un huevo redondo capaz de
dar miles de vueltas alrededor de tus manos picoteando
las malezas
impredecibles del viento tratando de atravesar como un
cuervo
descocado sin alas los espejos tempestuosos del sueño
y esto te lo digo ahora que estás lejos del tiempo
de todos los frutos que alguna vez soñaste creciendo en
el
terciopelo azul de segunda de tu madre
y sin poner (sobretodo) mi cara de palo porque nunca te
vi enseñar
tu corazón a ninguna hembrita en el barrio
donde perdías como las estrellas batallas de cielo
a pesar de lo cual la policía te siguió persiguiendo
como un perro y dándote de palos en el suelo para cambiar
-según ellos- “el rumbo a tu vida”
después de abandonar a tus padres y conocer las migajas
del ciego y el culo
del atolondrado naufragio / la desolación permanente de
los borrachitos
perdidos / el insomnio inservible del llanto / el
silencio de los locos vagando
como patos sin dueño por los basurales del día
comenzaste a buscar un espejo para saber que quedaba de
ti
en las
ruinas del asqueroso destino
pero no encontraste nada: ni siquiera la angustia feroz
que
deseabas
por eso te fuiste a beber con los mendigos al mar
de los desaliñados olvidos donde contaste “diez”
antes de tirarte a los rieles descorazonados del tiempo
sin saber que tus amigos te llevaríamos flores y cartas
y cerveza los fines de semana a la tumba
fu entonces cuando en medio de ruinas y larvas y aguas
mugrosas cercadas de miedo
(en realidad un poco antes de todo esto que estamos
narrando)
te llevamos a un hospital de provincia
donde nadie clamó siente veces al cielo como lo manda la
biblia
sino que falleciste como una gaviota chillando en mis
brazos
vacíos /
luego de enterrarte al pie de nubes y naranjos podridos
sin ninguna palabra de viento en los labios pero con tu
vieja
linterna (la única
felicidad que aun te quedaba en las manos)
unos patas te pusimos (como una clara despedida de
amigos)
un viejo ramo de olivos en tu pecho raído
que tú -suponemos-
desde las insufribles pesadillas de las piedras y
eucaliptos
sin agua
agradecerás a pesar de tu niebla cansada de espantos
como el mejor y el más infeliz de los inmortales
suicidas.
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