sábado, 8 de abril de 2017

Metamorfosis del mal - Georg Trakl

Otoño: negro caminar por el lindero del bosque; instante de muda destrucción; atisba la frente del leproso bajo el árbol deshojado. Tarde remota que hoy cae sobre las gradas de musgo: noviembre. Tañe una campana y el pastor lleva al pueblo una reata de cabellos negros y rojos. Bajo los avellanos el verde cazador destripa un venado. La sangre humea en sus manos y la sombre del animal suspira entre el follaje, por sobre los ojos del hombre, pardusco y silencioso; el bosque. Cornejas que se dispersan: tres. Su vuelo semeja a una sonata, llena de acordes mortecinos y de viril melancolía; suavemente se disipa una nube dorada. Junto al molino unos muchachos encienden una fogata. Llama es el hermano del más pálido y él rie sepultado en su cabellera purpurina; o bien es el lugar de un crimen junto al cual pasa un pedregoso camino. Los agracejos han desaparecido, sueño de todo el año en el aire plomizo bajo los pinos; angustia, oscuro verde, el gorgoteo de alguien que se ahoga; del estanque constelado saca el pescador un pez grande, negro, semblante lleno de crueldad y de demencia. Las voces de la caña, de hombres que riñen a sus espaldas, él se balancea en la barca roja sobre las frías aguas del otoño,viviendo en las oscuras leyendas de su raza, y sus ojos de pieda se han abierto a las noches y a los terrores virginales. El mal.
    ¿Qué te compele a quedarte inmóvil, de pie en la derruida escalera, en la casa de tus padres? Negrura de plomo. ¿Qué acercas a tus ojos con tus manos de plata; y ya se te cierran los párpados como ebrios de adormidera?; pero a través del muro de piedra ves el cielo constelado, la vía láctea, Saturno: rojo. Furioso golpea contra el muro de piedra el árbol deshojado. Tú, en los desrruídos peldaños: ¿árbol, estrella, piedra? Tú, un animal azul ligeramente tembloroso; tu, el pálido sacerdote que ante el negro altar lo sacrifica. Oh tu sonrisa en la oscuridad, tan triste y maligna que un niño palidece en su sueño. Una llama roja se elevó de tu mano y en ella se quemo una mariposa nocturna. ¡Oh flauta de la luz, oh flauta de la muerte! ¿Qué te compelía a quedarte inmóvil, de pie en la derruída escalera en la casa de tus padres? Abajo un ángel llama al portón con cristalinos dedos.
    Oh el infierno del sueño; calleja lóbrega, pardo jardincillo. Queda resuena en la tarde azul la forma de la muerte. En torno a ella revolotean verdes florecillas y su rostro la ha abandonado: o bien se inclina macilento sobre la frente fría del asesino en la oscuridad del corredor, adoración, llama purpúrea de la voluptuosidad; desfallecido, el durmiente se precipitó en las sombras por negros escalones.
    Alguien te ha dejado en la encrucijada y tú miras largamente hacia atrás. Pasos argénteos a la sombra de los desmedrados manzanos. Purpurina luce la fruta entre el negro ramaje y  la serpiente en el césped cambia de piel. ¡Oh la oscuridad!; el sudor que asoma a la frente helada y los tristes sueños del vino, en la taberna del pueblo bajo vigas renegridas por el humo. Tú, áspera soledad aún, que de las oscuras nubes del tabaco forja una magia de islas rosadas y arranca de entrañas secretas el grito de un grifo, cuando entre negros arrecifes va cazando sobre el mar en medio de la tempestad y el hielo. Tú, verde metal y por dentro rostro ardiente que ansía subir al monte de las calaveras para cantar desde su cima los tiempos sombríos y la flamígera caída del ángel. Oh desesperanza que caes de rodillas con un grito mudo.
    Un muerto te visita. Del corazón le mana la sangre que él mismo derramara y bajo las negras cejas anida un indecible instante; oscuro encuentro. Tú... luna purpúrea, cuando él aparece en la verde sombre del olivo. Seguido por la noche inmortal.


TRADUCCIÓN DEL ALEMÁN Y ´PRESENTACIÓN DE AMÉRICO FERRARI.

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