sábado, 31 de diciembre de 2016

EL CAMBIO DEL MILENIO - ENRIQUE VERÁSTEGUI

El mundo que se avecina no es el mundo que dejamos atrás, ciertamente, pero estará conformado por lo que nosotros hacemos, lo que somos, y lo que soñamos. El mundo que se avecina es nuestro mundo, solo que más concentrado, más precioso, y más refulgente de luz. No pensé, en todos estos años, que llegara el momento en que tendría que reflexionar en público sobre el milenio, el cambio de milenio, y el post-milenio. En cierta medida, el milenio por el que luchamos se nos presenta como una sobrecarga de la palabra milenium que tiene por meta potenciar las energías, tanto las físicas como las mentales, que deben enfretarse a la tarea de construir el futuro entre nosotros. Esta tercera persona pues, dado que se ha extendido como un reguero de pólvora, el término post-modernidad hasta el punto de que se habla de que la post-modernidad ha llegado hasta nosotros y de que, auspicios de esa post-modernidad que consiste en un descentramiento del mundo y en la aparición de nacionalidades, particularidades, y elementos no hegemónicos, debemos concebir que el proyecto peruano -no escribo desde otra parte sino desde el Perú- es un proyecto universal, tan válido como el proyecto francés, norteamericano, o asiático, y que en la comprensión de ese designio nos juzgamos la vida,  y el destino. La diversificación de la cultura, que se produce gracias a la tecnologización del mundo actual, permite que comprendamos que un mundo sin eje hegemónico posibilita el diálogo que un mundo sin eje hegmonico posibilita de entender el destino como nuestro. Ese destino es nuestro por afirmación de un nosotros que no se acompleja entre el mundo francés, o reciprocidad, tiene la posibilidad de expandir una cultura peruana -esto es, la cultura del mestizaje- hacia el mundo. De ese modo, la post-modernidad nos conviene porque nuestra cultura puede erigirse en elemento hegemónico en un muno que ha perdido la conciencia de su propio destino en el mundo. Si la cultura se encuentra avasallada por la televisión y los medios de información de información masiva, hasta el punto que resulta más fácil encender el televisor que abrir un libro, mientras, por otro lado, rubros como la política, o la economía desplaza del interés de las mentes su necesidad de cultura, ello sólo puede conducir al hecho de comprnder que, sin cultura, resulta imposible construirse el mundo tal como lo plantean los ingenieros, o los economistas. Y es que el mundo no es necesariamente el frío dato de las estadísticas que, caa cierto tiempo, cambian de dirección para decirnos que la moda económica es norteamericana,  soviética o, como sucede ahora, asiática, sino la expresión cultural de una comprensión del mundo y, sobre todo de una manifestación que tiene por meta posibilitar la identidad. Esto quiere decir que la cultura no puede ser el vehículo de transmisión de una determinada política sino la manifestación esencial del hombre. Pero, por lo mismo, esto quiere decir también que la cultura es superior a las preocupaciones políticas, o económicas, y que sin cultura, no vamos para ninguna parte. Sin cultura resulta imposible construirse el futuro.

El tiempo de la cultura es el tiempo del milenio. Ese milenio que se avecina, o que, según algunas teorías, ya se encuentra entre nuestras puertas, es un milenio que sólo puede existir a imagen y semejanza nuestra. He escrito algunos libros y, entre ellos, la Ética, con la exclusiva finalidad de constribuir al cambio de milenio y, en verdad, de fundar el milenio que hoy nos convoca en esta serie de actividades multidisciplinares. No pensé nunca ser el portavoz de ese milenio pero Santiago Risso, un muchacho interesado en acelerar el tiempo que nos ha tocado vivir, me ha elegido para pensar en voz pública este tema de un cambio de milenio que, por su complejidad, puede haber empezado hace dos siglos atrás cuando las logias masponicas fundaron Norteamérica, hicieron la revolución francesa e, incluso, se nternaron en territorio latinoamericano e hicieron la gesta de la independencia latinoamericana. Hoy no hacemos más que asisitir al esplendor de la civilización americana pero ese esplendor como muchas vidas y, sobre todo, la decisión siempre enhiesta de construir el nuevo mundo. Que la sempiterna politequería haya obstruído el avance de la civilización american, no quita el proyecto de Washington y Bolivar: el proyecto de un gran continente, que como decíamos antes, hegemoniza al mundo y se dispone a celebrar el milenio. Un milenio que tiene un inmenso tejido cultural detrás pues en los mil años que terminan se han escrito libros maravillosos que han permitido que llegáramos a donde hemosllegado y que, sin dudas, permitirán que avanzaremos más allá del milenio. Sería necesario escribir una encicopleia para hablar del milenio y de lo que nosotros o nuestros padres hicieron por construir el milenio, además de que sería necesario organnizar una serie de simposios y conferencias que tiendan hacia la gran fiesta celebratoria del milenio. Una actividad multidisplinaria como ésta y la fiesta que ello comporta porque, en verdad, tenemos motivos para celebrar el cambio de milenio. Tenemos, sobre todo, una enorme herencia cultural que se agrega al equipaje con el que la humanidad emprende su marcha hacia el Milenio. Debemos decir, también, que ese milenio es una fiesta esencialmente occidental pue estamos celebrando el milenario de Cristo, pero esperemos que otras civilizaciones, como la asiática, la hindý, o la árabe, se plieguen al milenio que celebramos. El mundo está descentrado y la post-modernidad de que nos hablan los periódicos -pero también el filósofo Lyotard- ha hecho del mundo un enorme delta que confluye en el tiempo pero que se diversifica en el espacio. Por ello, sólo tenemos dos caminos: o celebramos el milenario de la civilización occidental, o celebramos la post-modernidad que nos permite tener la ilusión -que, bien vista, no es sólo ilusión de fundar ahora, y aquí, una cultura peruana de signo hegemónico pues el pensamiento francés, a través del mismo Lyotard, ha pedido su cambio de posta. ¿Por qué vamos a caer presas del complejo de inferioridad que nos impida afirmar que en los albores mismos del milenio, estamos haciendo el mejor arte, la mejor poesia, la mejor novela, la mejor filosofía y que estas activvidades multidisciplinarias dialogan con todo el mundo cuando un filósofo como Francisco Miró Quesada es presidente de la Asociacion Internacional de Filósofos, y cuando Mario Vargas Llosa escribe la gran novelística que ha escrito? Sea cual sea el camino que elijamos: saludar la civilización occidental, o saludar la postmodernidad, siempre saldremos privilegiados pues actuamos desde el Perú, el cual es un país del contienente americano. Pero también producir desde el Perú implica poseer la conciencia de la propia frandiosidad de nuestro arte. Si el arte nuestro (...)



miércoles, 14 de diciembre de 2016

Y MIENTRAS ME IBA ALEJANDO DE LOS NUEVOS POETAS LIBRÁNDOME SALTANDO ENTRE LOS HUECOS DEJADOS EN CADA UNA DE MIS PROPIAS PALABRAS UNO DE ELLOS ME DIJO: - ERNESTO CARRIÓN

Y MIENTRAS ME IBA ALEJANDO DE LOS NUEVOS POETAS
LIBRÁNDOME SALTANDO ENTRE LOS HUECOS DEJADOS
EN CADA UNA DE MIS PROPIAS PALABRAS 
UNO DE ELLOS ME DIJO:

–Soñé que la poesía estaba muerta. Don Cabrón, Don 
Mentiroso.
Ex pollo colgado en los mercados como luna amniótica,
como rojada de sandia expuesta a los dientes.

Entonces otro de los chicos pasó una lista
y se oyó su voz todopoderosa trepando al tacto:

¿La poesía mexicana?
–la poesía mexicana está muerta, señor.
¿Y cómo murió?
–Asfixiada en su ego, llena de contenidos indescifrables.
¿La poesía peruana?
–la poesía peruana está muerta, señor.
¿Y cómo murió?
–forrada por sus ruinas enormes, más grandes que 
   Machu Picchu.
¿La poesía colombiana?
–la poesía colombiana está muerta, señor.
¿Y cómo murió?
–de puro aburrimiento, tanto que nadie se dio cuenta de
   su desaparición.
¿La poesía argentina?
–la poesía argentina está muerta, señor.
¿Y cómo murió?
–adolescente, embriagada en un concierto de rock, y 
   ahorcada con su propia bandera.
¿La poesía chilena?
–sospechamos que sigue viva, señor. La estamos buscando.
¿La poesía ecuatoriana?
–la poesía ecuatoriana está muerta, señor.
¿Y como Murió?
–murió desde su nacimiento.
¿La poesía española?
–la poesía española está muerta, señor.
¿Y cómo murió?
–la poesía española lleva décadas muerta, de ella sólo
han quedado huesos que se incrustan en bolígrafos que
se venden por miles de euros.
¿La poesía uruguaya?
–la poesía uruguaya está en coma, señor.
¿Qué significa eso?
–que puede que sobreviva como que muera.
..................
Luego siguieron riéndose,
ampliándo su lista.
Entonces les dije:
ÁBRANSE EL CUELLO BIEN:
PORQUE TODA POESÍA COMPROMETIDA ES UNA POESÍA
  MUERTA
Y TODA POESÍA NO COMPROMETIDA CON EL PRÓJIMO
  TAMBIÉN ES UNA POESÍA MUERTA.
Y TODA POESÍA COMPROMETIDA CON LAS PALABRAS
  Y NO COMPROMETIDA CON LAS PALABRAS
TAMBIÉN ES PURO EMBUSTE.


miércoles, 7 de diciembre de 2016

Si tienes un amigo que toca tambor - Manuel Morales

Si tienes un amigo que toca tambor
Cuídalo, es más que un consejo, cuídalo.
Porque ahora ya nadie toca tambor,
Más aún, ya nadie tiene un amigo.
Cuídalo, entonces.
Que ese amigo guardará tu casa.
Pero no lo dejes con tu mujer, recuerda
Que es tu mujer y no la de un amigo.
Si sigues este consejo, vivirás
Mucho tiempo. Y tendrás tu mujer
Y un amigo que toca tambor.






jueves, 17 de noviembre de 2016

Veo a los muchachos del verano - Dylan Thomas

I


Veo a los muchachos del verano en su ruina
convertir en eriales los dorados rastrojos,
desdeñar las cosechas y congelar los suelos;
y allí, en su ardor, el invernal diluvio
de amores escarchados, persiguen a las niñas,
y echan en sus mareas los sacos de manzanas.

Los muchachos de luz en su locura, coagulan lo que tocan,
agrian la miel hirviente;
hurguetean los muñecos de escarcha en las colmenas;
allí en el sol, frígidas hebras
de oscuridad y duda, ellos nutren sus nervios
y el signo de la luna, nada es en sus vacíos.

Veo a los muchachos del verano en el vientre materno
rasgar hacia la luz la atmósfera del útero,
dividir noche y día con pulgares de duende;
allí, desde lo hondo, con sombras seccionadas
de sol y luna ellos pintan sus dársenas
mientras les pinta el sol los cascos de la frente.

Sé que de estos muchachos han de surgir hombres de nada
hechos por la transformación de las semillas,
o han de lisiar el aire saltando de sus llamas,
desde sus corazones, cuando el pulso candente
del amor y la luz estalle en sus gargantas.

Oh, ved el pulso del verano en el hielo.

II

Pero las estaciones deben ser desafiadas o se tambalearán
en algún cuarto de hora repicante
donde, como una puntual muerte hacemos tintinear las estrellas;
esa noche en que el invierno soñoliento
les tira de la negra lengua a las campanas
y no se atreven a chistar siquiera
los vientos de la luna y de la medianoche.

Somos los oscuros negadores, exorcicemos a la muerte
en la mujer colmada de verano,
arrojemos la vida musculosa de los amantes que se crispan,
y de los muertos limpios que hace fluir el mar
echemos al gusano de ojos brillantes en la linterna de Davy,
y del vientre preñado quitemos el muñeco de paja.

Nosotros, muchachos del verano en esta red de cuatro vientos,
verdes por el hierro de las algas,
levantemos al bullicioso mar y arrojemos sus pájaros,
alcemos la bola del mundo llena de olas y espuma
para ahogar los desiertos con sus mareas
y trenzar los jardines del condado.

En primavera ornamentamos nuestra frente.
Vivan las bayas y la sangre,
y crucificamos a los alegres señores en los árboles;
Aquí el húmedo músculo del amor se aja y muere,
aquí estalla un beso en una cantera sin amor,
Oh ved en los muchachos los polos de la promesa.

III

 
Yo os veo, muchachos del verano, en vuestra ruina.
El hombre en el desierto de su larva.
Y los muchachos son plenos y ajenos en la bolsa.
Soy el hombre que vuestro padre fue.
Somos hijos del pedernal y de la brea.
Oh, ved cómo se besan los polos que se cruzan.

Traducción: Elizabeth Azcona Cranwell
 

domingo, 13 de noviembre de 2016

Vals de Ángelus - Blanca Varela

Ve lo que has hecho de mí, la santa más pobre del museo, la de la última sala, junto a las letrinas, la de la herida negra como un ojo bajo el seno izquierdo.
Ve lo que has hecho de mí, la madre que devora sus crías, la que se traga sus lágrimas y engorda, la que debe abortar en cada luna, la que sangra todos los días del año.
Así te he visto, vertiendo plomo derretido en las orejas inocentes, castrando bueyes, arrastrando tu azucena, tu inmaculado miembro, en la sangre de los mataderos. Disfrazado de mago o proxeneta en la plaza de la Bastilla —Jules te llamabas ese día y tus besos hedían a fósforo y cebolla. De general en Bolivia, de tanquista en Vietnam, de eunuco en la puerta de los burdeles de la plaza México. 
Formidable pelele frente al tablero de control; grand chef de la desgracia revolviendo catástrofes en la inmensa marmita celeste. 
Ve lo que has hecho de mí. 
Aquí estoy por tu mano en esta ineludible cámara de tortura, guiándome con sangre y con gemidos, ciega por obra y gracia de tu divina baba. 
Mira mi piel de santa envejecida al paso de tu aliento, mira el tambor estéril de mi vientre que sólo conoce el ritmo de la angustia, el golpe sordo de tu vientre que hace silbar al prisionero, al feto, a la mentira. 
Escucha las trompetas de tu reino. Noé naufraga cada mañana, todo mar es terrible, todo sol es de hielo, todo cielo es de piedra.
¿Qué más quieres de mí?
Quieres que ciega, irremediablemente a oscuras deje de ser el alacrán en su nido, la tortuga desollada, el árbol bajo el hacha, la serpiente sin piel, el que vende a su madre con el primer vagido, el que sólo es espalda y jamás frente el que siempre tropieza, el que nace de rodillas, el viperino, el potroso, el que enterró sus piernas y está vivo, el dueño de la otra mejilla, el que no sabe amar como a si mismo porque siempre está solo. Ve lo que has hecho de mí. Predestinado estiércol, cieno de ojos vaciados. 
Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza. 

domingo, 6 de noviembre de 2016

Manual de combate / Charles Bukowski

Dijeron que Céline era un nazi 
dijeron que Pound era un fascista 
dijeron que Hamsun era un nazi y un fascista. 
pusieron a Dostoievsky frente a un pelotón 
de fusilamiento 
y mataron a Lorca 
le dieron electroshocks a Hemingway 
(y tú sabes que se pegó un tiro) 
y echaron a Villon de la ciudad (París) 
y Mayakovsky 
desilusionado con el régimen 
y luego de una pelea de enamorados, 
bueno, 
también se pegó un tiro. 
Chatterton se tomó veneno de ratas 
y funcionó 
y algunos dicen que Malcom Lowry se murió 
ahogado en su propio vómito 
borracho. 
Crane se tiró a las hélices 
del barco o a los tiburones. 

El sol de Harry Crosby era negro. 
Berryman prefirió el puente. 
Plath no encendió el horno. 

Séneca se cortó las muñecas en la 
bañera (es la mejor manera: 
en agua tibia) 
Thomas y Behan se emborracharon 
hasta morir y 
hay muchos más. 
¿y tú quieres ser un 
escritor? 

Es esa clase de guerra: 
la creación mata, 
muchos se vuelven locos, 
algunos pierden el rumbo y 
no lo pueden hacer 
nunca más. 
algunos pocos llegan a viejo. 
algunos pocos hacen plata. 
algunos se mueren de hambre (como Vallejo). 
es esa clase de guerra: 
bajas por todas partes. 

está bien, adelante 
hazlo
pero cuando te ataquen 
por el lado que no ves 
no me vengas con 
remordimientos. 

ahora me voy a fumar un cigarrillo 
en la bañera 
y luego me voy a ir a 
dormir.
 
 

domingo, 16 de octubre de 2016

Ilusionista en el desierto - Julio Inverso

He esperado mucho tiempo para hablar. Y ahora, ha llegado el momento de que yo hable y ustedes escuchen:

"Soy Karl Shapiro, tengo 24 años. Cuando tenía 6 creía que era Dios, un dios que tendría que pasar por diversos aspectos risibles hasta encontrar su esencia y transformar, en virtud de su fuerza, la vida y el amor. Desde entonces no ha variado el signo de mi destino ni se ha pervertido mi aura. Soy gigante y me muevo como un gigante: mis piernas vuelan de una cumbre a otra y esas cumbres están hechas de grandes pensamientos, de grandes momentos e iluminaciones. Soy un inventor que ha desafiado el misterio de la música y lo ha superado. Los círculos de mi órbita se hacen elípticos cada vez: planeta perdido en busca de una galaxia sumergida en el mar. Todo cuanto diga será duro, sobrenatural. Ustedes pensarán en aullidos lastimeros de fieras atrapadas, en voces de alienados, de orates, en las palabras del asesino, en la melopea oriental que entonan las doncellas durante las jornadas del sacrificio. Los niños hacen coro en torno a mí y, con sus manos, sostienen mi toga. Les hago el relato de mi alma en las nubes, desafiando a las brumas danzantes y ellos me escuchan como antaño se escuchaba a los patriarcas, a los profetas emigrados de los círculos infernales, con la misma concentrada atención con que los muchachos oían las fantásticas historias de los buscadores de oro. Siempre recordaré con una sonrisa cuando, una vez, en el alto verano de Querétaro, desafié a las tiniebla con una pequeña luz que disertaba en el viento. Invoqué al amor y el amor iluminó todo aquel verano.
No soy científico. Desconfío de la genialidad. Creo en el esfuerzo humano. Esperé 24 años en mi torre, prolongando quizás demasiado mi estudio, mientras en la alta ventana ojivales los osos lamían la luna. Dormí sobre los esqueletos de la guarnición, en los que el moho había dibujado flores ponzoñosas y triclinios y doseles y ángeles. Soñé con Ariadna, la bella egipcia que una vez salvó mi vida en el desierto, dándome un sorbo de agua, soñé que el fuego devoraba el universo y que todos andábamos por inéditos universos-átomos en llamas, infinitos universos que nos contenían, como cápsulas, a cada uno, hombres-cebollas, con diamantes en el corazón, hombres-estrellas de la edad de oro. 
Deambulé por lo cráteres quemados donde solo habitaba el miedo, ansioso por dar con la clave, con el signo y la fórmula. No puedo dedicarme sino a huir, huir también de mí mismo. Estoy maldito. Pacté en secreto con los cometas, con los pájaros migratorios, con el tiempo, con la luz. Y los cometas, los pájaros, el tiempo y la luz siguen todavía iluminando la desdicha de los hombres, la vida mezquina, los pequeños y miserables incidentes de la vida conyugal. Yo quería un amor indestructible,  una bandera calcinada para enarbolarla contra los falsos semblantes, los egoístas, los malvados. Soy el hombre traicionado por el universo, por vuestro falso y maldito universo."

De Vidas suntuosas, 1996. Montevideo. 


domingo, 9 de octubre de 2016

Función revolucionaria del pensamiento - César Vallejo


La confusión es fenómeno de carácter orgánico y permanente en la sociedad burguesa. La confusión se densifica más cuando se trata de problemas confusos ya por los propios términos históricos de su enunciado. Esto último ocurre con el problema, flamante y, a la vez, viejo, de los deberes del intelectual ante la revolución. Es ya intrincado este problema tal como lo plantea el materialismo histórico. Al ser formulado o simplemente esbozado por los intelectuales burgueses, toma el aspecto de un caos insoluble.

*
Empecemos recordando el principio que atribuye al pensamiento una naturaleza y una función exclusivamente finalistas. Nada se piensa ni se concibe, sino con el fin de encontrar los medios de servir a necesidades e intereses precisos de la vida. La psicología tradicional, que veía en el pensamiento un simple instrumento de contemplación pura, desinteresada y sin propósito concreto de subvenir a una necesidad, también concreta, de la vida, ha sido radicalmente derogada. La inflexión finalista de todos los actos del pensamiento, es un hecho de absoluto rigor científico, cuya vigencia para la elaboración de la historia, se afirma más y más en la explicación moderna del espíritu.

*
Hasta la metafísica y la filosofía a base de fórmulas algebraicas, de puras categorías lógicas, sirven, subconscientemente, a intereses y necesidades concretas, aunque "refoulés", del filósofo, relativas a su clase social, a su individuo o a la humanidad. Lo mismo acontece a los demás intelectuales y artistas llamados "puros". La poesía "pura" de Paul Valéry, la pintura "pura" de Gris, la música "pura" de Schoenberg, -bajo un aparente alejamiento de los intereses, realidades y formas concretas de la vida- sirven, en el fondo, y subconscientemente, a estas realidades, a tales intereses y a cuales formas.

*
"Los filósofos, -dice Marx- no han hecho hasta ahora sino interpretar el mundo de diversas maneras. De lo que se trata es de transformarlo". Lo mismo puede decirse de los intelectuales y artistas en general. La función finalista del pensamiento ha servido en ellos únicamente para interpretar -dejándolos intactos- los intereses y demás formas vigentes de la vida, cuando debía servir para transformarlos. El finalismo del pensamiento ha sido conservador, en vez de ser revolucionario.
El punto de partida de esta doctrina transformadora o revolucionaria del pensamiento, arranca de la diferencia fundamental entre la dialéctica idealista de Hegel y la dialéctica materialiara de Marx. "Bajo su forma mística -dice Marx- la dialéctica- se hizo una moda alemana, porque ella parecía aureolar el estado de cosas existentes". Bajo su forma racional, la dialéctica, a los ojos de la burguesía y de sus profesores, no es más que escándalo y horror, porque, al lado de la comprensión positiva de lo que existe, ella engloba, a la vez, la comprensión de la negación y de la ruina necesaria del estado de cosas existente. La dialéctica concibe cada forma en el flujo del movimiento, es decir, en su aspecto transitorio. Ella no se inclina ante nada y es, por esencia, crítica y revolucionaria.

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El objeto o materia del pensamiento transformador radica en las cosas y hechos de presencia inmediata, en la realidad tangible y envolvente. El intelectual revolucionario opera siempre cerca de la vida en carne y hueso, frente a los seres y fenómenos circundantes. Sus obras son vitalistas. Su sensibilidad y su método son terrestres (materialistas, en lenguaje marxista), es decir, de este mundo y no de ningún otro, extraterrestre o cerebral. Nada de astrología ni de cosmogonía. Nada de masturbaciones abstractas ni de ingenio de bufete. El intelectual revolucionario desplaza la fórmula mesiánica, diciendo: "mi reino es de este mundo".

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El intelectual revolucionario, por la naturaleza transformadora de su pensamiento y por su acción sobre la realidad inmediata, encarna un peligro para todas las formas de vida que le rozan y que él trata de derogar y de sustituir por otras nuevas, más justas y perfectas. Se convierte en un peligro para las leyes, costumbres y relaciones sociales reinantes. Resulta así el blanco por excelencia de las persecuciones y represalias del espíritu conservador. "Es Anaxágoras, desterrado -dice Eastman-; Protágoras, perseguido; Sócrates, ejecutado; Jesús, crucificado". Y nosotros añadimos:- es Marx, vilipendiado y expulsado; Lenin, abaleado. El espíritu de heroicidad y sacrificio personal del intelectual revolucionario, es, pues, esencial característica de su destino.

*
La función política transformadora del intelectual reside en la naturaleza y trascendencia principalmente doctrinales de esa función y correspondientemente prácticas y militantes de ella. En otros términos, el intelectual revolucionario debe serlo, simultáneamente, como creador de doctrina y como practicante de ésta. Buda, Jesús, Marx, Engels, Lenin, fueron, a un mismo tiempo, creadores y actores de la doctrina revolucionaria. El tipo perfecto del intelectual revolucionario, es el del hombre que lucha escribiendo y militando, simultáneamente.

*
"Quien está contra la burguesía, está con nosotros". Esta es la palabra de orden -dice Lunacharsky- que debe servir de base para formar la Internacional de los Intelectuales.
¿Puede aplicarse esta fórmula a los intelectuales revolucionarios de todos los países? Evidentemente sí. En América como en Europa, Asia y África, hay ahora una tarea central y común a todos los intelectuales revolucionarios: la acción destructiva del orden social imperante, cuyo eje mundial y de fondo reside en la estructura capitalista de la sociedad. En esta acción deben acumularse y polarizarse todos los esfuerzos de la inteligencia. Importa mucho darse cuenta de lo que hay que hacer en un momento dado. El leninismo, en este punto, ofrece enseñanzas luminosas. "No basta -dice Lenin- ser revolucionario y partidario del comunismo: hay que saber hallar, en cada momento, el anillo de la cadena al cual debe uno agarrarse para sostener fuertemente toda la cadena y para agarrarse luego del anillo siguiente". Para los intelectuales revolucionarios, el anillo doctrinal y práctico del momento radica en la destrucción del orden social imperante. Tal es la consigna táctica específica de todo intelectual revolucionario.

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Nuestra tarea revolucionaria debe realizarse en dos ciclos sincrónicos e indivisibles. Un ciclo centrípeto, de rebelión contra las formas vigentes de producción del pensamiento, sustituyéndolas por disciplinas y módulos nuevos de creación intelectual, y un ciclo centrifugo doctrinal y de propaganda y agitación sobre el medio social.

*
Nuestra táctica criticista y destructiva debe marchar unida inseparablemente a una profesión de fe constructiva, derivada científica y objetivamente de la historia. Nuestra lucha contra el orden social vigente entraña, según la dialéctica materialista, un movimiento, tácito y necesario, hacia la substitución de ese orden por otro nuevo. Revolucionariamente, los conceptos de destrucción y construcción son inseparables.

*
Ese nuevo orden social, que ha de reemplazar al actual, no es otro que el orden comunista o socialista. El puente entre ambos mundos: la dictadura proletaria.
El fenómeno soviético es la demostración objetiva, palmaria y de un realismo inexorable, del camino dialéctico ineludible que ha de seguir el sistema social capitalista para desembocar en el orden socialista. Citemos a este propósito unas palabras del manifiesto de la Unión de escritores Revolucionarios: "Una crisis económica inaudita -dice ese documento- quebranta al mundo capitalista. El número de los parados pasa de 50 millones y continúa aumentando. Multitud de desocupados y de hambrientos desfilan delante de inmensos depósitos rebosantes de víveres y un puñado de hombres de finanzas, que dictan su arbitraria voluntad a la sociedad capitalista, emplea como combustible de sus locomotoras las cosechas de los campos, arroja el trigo, el café y el azúcar al mar, quema enormes cantidades de lana y algodón, a fin de mantener a la altura de sus intereses personales la tasa de sus beneficios, único motor de la economía capitalista. Los salarios de la clase obrera y de los campesinos pobres, así como de los trabajadores intelectuales, caen con una rapidez catastrófica. El espectro del hambre, un porvenir desesperado y sin salida bajo el régimen capitalista, he aquí la realidad y el horizonte de las masas trabajadoras".
"La cultura burguesa está en plena decadencia. El espíritu imperialista ha infectado la literatura y el arte. Para nublar la conciencia de las masas y salvar así su hegemonía de clase, la burguesía se ve obligada a embridar el progreso de la ciencia y a retardar el desenvolvimiento cultural de la humanidad. Declarando la guerra a su pasado la burguesía busca un sostén en su alianza con la Iglesia católica, resucita las teorías místicas y feudales de la Edad Media, para enmascarar con el velo del oscurantismo su mortal descomposición".
"Entre tanto, los obreros y campesinos del inmenso país de los Soviets, después de haber derribado el régimen capitalista y de haberse salvado del hambre y escasez, echan las bases de una nueva sociedad socialista. En quince años de dictadura del proletariado, el entusiasmo de las masas laboriosas liberadas ha hecho de uno de los países más atrasados de Europa, el país más avanzado del mundo, el primer Estado que ha emprendido la construcción del socialismo. Las esperanzas de los gobiernos imperialistas y de sus lacayos social-demócratas, que creían imposible la edificación socialista en un solo país y pensaban poder reducir por el hambre y el bloqueo económico la voluntad heroica del proletariado, han caído por tierra. La Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas ha realizado y rebasado el programa del Segundo Plan Quinquenal, que sus enemigos calificaba, ayer nomás, de locura bolchevique. El Soviet ha suprimido los desocupados, arrastrando en su producción socialista nuevas capas de campesinos y miles de mujeres. Su agricultura está en vías de reorganización sobre una base colectiva socialista, que ha triunfado de la antigua vida rural y borra las barreras entre la ciudad socialista y los campos colectivizados. Sus aldeas que, bajo el zarismo, se hallaban ahogadas en el barro y la ignorancia, intoxicadas por el opio de la religión, se ven ahora atravesadas por una tupida red de escuelas, bibliotecas, radio, salas de lectura. En lugar de las campanas y del silbato del guardia, no se oye más que el traquido de los tractores. La U.R.S.S. ha entrado definitivamente en la fase socialista".
Valiéndose de nuevos métodos de trabajo, de ese trabajo que en el Estado socialista se ha hecho un motivo de orgullo, de valor y de heroísmo, e impulsado por la emulación socialista y las brigadas de choque, el proletariado soviético crea y desenvuelve gigantescas empresas de la industria pesada socialista, desarrolla el motocultivo, transforma la vieja Rusia agrícola retardataria en país del metal, del automóvil y del tractor".
"Del fondo de esta economía socialista nace y se desenvuelve, con un ritmo fulminante, el proceso colosal de una revolución cultural desconocida hasta hoy en la historia. Millones de analfabetos han entrado en una vasta iniciación cultural. Al fin del Segundo Plan Quinquenal, no quedará un solo analfabeto en Rusia. El aumento del tiraje de los periódicos y publicaciones literarias rebasa en gran medida los ritmos más rápidos del período más próspero del capitalismo alemán y norteamericano. El desenvolvimiento de las fuerzas productoras de la Unión Soviética marcha acompañado de un tal impulso en todas las ramas de la literatura, del arte y de la cultura en general, que el problema de los cuadros dirigentes adquiere una acuidad excepcional. Miles de hombres nuevos reciben la educación necesaria para ocupar los puestos más elevados de la revolución cultural".
"Las potencias imperialistas observan con un sentimiento de espanto y rechinando los dientes, este movimiento histórico incomprensible para ellas y que decide definitivamente el destino del capitalismo. Las potencias imperialistas quieren, por eso, ahogar en sangre semejante movimiento salvador de la humanidad". 

 Del libro Arte y Revolución de César Vallejo.