miércoles, 17 de agosto de 2016

LOS NIÑOS BUENOS - ANA MARIA MATUTE

"A veces pienso cuánto me gustaría viajar a través de un cerebro infantil. Por lo que recuerdo de mi propia niñez, creo debe de tener cierto parecido con la paleta de un pintor loco; un caótico país de abigarrados e indisciplinados colores, donde caben infinidad de islas brillantes, lagunas rojas, costas con perfil humano, oscuros acantilados donde se estrella el mar en una sinfonía siempre evocadora, nunca desacorde con la imaginación...Claro  está que habría que añadir a todo eso el sonsoniquete de la tabla de multiplicar, el chirriar de la tiza en la pizarra, la asignación semanal, las lentes sin armadura del profesor de latín, el crujir de los zapatos nuevos, la ceniza del habano de papá... Y también rondan aquellas playas unas azules siluetas indefinidas que tal vez representan el miedo a la noche, y una movible hilera de insectos multicolores cuya sola vista produce idéntica sensación a la experimentada junto a los hermanos menores. Y aquellas campanadas súbitas, inesperadas, que resuenan desde sabe Dios dónde y se espera bobamente poderlas contemplar grabadas en el mismo cielo... En fin, no es posible abarcarlo todo, ni siquiera recordarlo.
 
         Pero lo que no existe allí ciertamente, es la absoluta comprensión del bien ni del mal. Por más fábulas rematadas en moraleja que nos hayan obligado a leer, por más cruentos castigos que se acarreen las mentiras de Juanito, por más palacios de cristal que se merezcan las pastoras buenas, la idea del bien y del mal no arraiga fácilmente en aquellas tierras encendidas y tiernas, como en eterna primavera. No existen niños buenos ni malos: se es niño y nada más."
 
 

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