sábado, 9 de abril de 2022

Cuatro poemas de Los Rostros Ebrios de La Noche - Juan Cristóbal

 EN INFIERNO

 

…y el mundo está podrido y podrido y podrido y en el

Mundo podrido sólo viven el horror y la muerte.

LUIS ROGELIO NOGUERAS

 

viejo tirano: narcotraficante contrabandista y usurero de legumbres recuerdos y milagros

 

ojalá te mueras con tu voz de tortuga y tu apolillada sabiduría de prostíbulo barato para que tus ojos jamás se vuelvan a contemplar la luz amable y generosa de los niños /

 

que los geranios no florezcan en la línea de tus manos / ni las amapolas recurran al sexo desmemoriado de tu amada o a la sombra descoyuntada de tus perros para que te quedes a oscuras (como el cumpleaños del cesante) en el sudarios ciego e irremplazable de los tiempos /

 

que tu corazón jamás se confunda con el grito de guerra de los hombres / ni con los aturdidos espantapájaros de la noche / ni con el recuerdo invalorable de los vinos -naciendo en el rostro jubiloso del rocío- para que tu lecho sea siempre la ley perseguida por las tretas y las tetas de la rata /

 

que los gorriones jamás vuelvan a picotear tu esqueleto sucio de beodo o tus pies de enano sin consuelo en los afiches nauseabundos de la calle para que las nubes no vuelvan a engendrar mordeduras extrañas o signos fugaces en tu tumba /

 

que los ciegos no te enseñen a pedir limosnas en los bares ni a vender libros o botellas en los parques ni a soñar con las librerías baratas del invierno o con el color verde-cielo de las plantas para que tu mirada siga sumergida en las grutas momificadas y ajusticiadas del espanto /

 

que los días no te hagan sobrevivir en las anchas astillas de los barcos / en los naufragios sin tiempo del domingo / en el azar sin destino de las calaveras ahuecadas del otoño para que jamás puedas celebrar las delicias de tus babas en los collares impostergables de la muerte /

 

que jamás un arco iris se pose en las margaritas atontadas de tu nuca / ni las bellas mariposas de los llantos te fecunden en los campos rojos de la dicha cuando eyaculen su ternura en los cuartos insignes del misterio para que las colibríes se olviden siempre de tus ociosas pezuñas de carnero degollado /

 

finalmente que la tierra te trague para siempre como un bocado oscuro en los asilos desgraciados de las monjas o en las últimas sombras castigadas de los cardos para que tus condenados a muerte (como un murmullo suave deslizándose por los muelles serenos de la luna) te despedacen con sus manos crucificadas en el aire y no vuelvas a aparecer como un mendigo en las casas castradas de las moscas ni en los orines destrozados de los sueños ni en los conventos iluminados infinitamente por las rosas /

 

   LOS DE SIEMPRE

 La única manera de vivir plenamente

Consiste en saber que uno está perdido.

ALVARO MUTIS

 

¿y esos de las fotografías nunca duermen?

LEONOR CALMET (93 años)

 

no sólo de pan o amor vive el hombre

también de sus palabras atragantadas como cuchillos en el

              miedo

de sus angustias o desidias vagando como piedras en el pecho

              a las dos de la mañana

cuando el sol arrugado y torvo de sus llantos le hace recordar

que la fiebre derrotada y turbia de sus sueños

no tiene heridas en las manos / cicatrices en el cielo

oraciones en la lengua / letanías en el pasto

matanzas de hijos o parientes en el charco de la nada

sin embargo / con sus sucios y suaves bamboleos

y oscuras vanidades de dientes carcomidos por las palomas

invisibles de la casa / trata de llevarlo a las hogueras de la

calle a enfrentarlo con las sombras impuras de la araña

para no hacerle olvidar / (desde las mareas orgullosas de la

sangre) / que es un simple amanuense /

un ratero con cara de chacal vomitando cuervos y alimañas

en el aliento aburrido de los bueyes

recordando las tretas ocultas y frías de la noche

donde su labor después de calatearse y culear en las cenizas

amarillentas del verano (a la luz chicha-morada de la luna)

y peses a la ausencia de aquesos desdichados y ciegos caracoles

que siempre joden hasta cuando se arrastran por las semillas

              enredadas de las uvas

es quemar todos los bordes hirvientes de la rosa

todas las carnes crudas y arrugadas del rocío

ora en los ojos acaramelados de los zorros

ya en las telarañas duras y microbianas de la mosca

mientras repite como un idiota lo de siempre

tocando las costillas blandas de las dudosas y extrañas

lagartijas: “soy el hijo de dios y basta /

hecho a imagen y semejanza de las ruinas /

afincado en los sucios hospitales de la nada /

para arruinar la última morada de mi penúltima agonía”

pero al final -espeso como siempre

cuando se despierta en su casa a las dos o tres de la mañana

y se encuentra de sopapo con las llaves oxidadas de sus

jefes y sus crueles oficinas

con las fotos de sus hijos asesinados por el frío duro

del engaño y el sol lento de las aguas inservibles en el barro

             y carro de basura

haciendo de las suyas en los labios emputecidos de la hierba

se dará cuenta que nada es verdad en este mundo

de hembras peliagudas y horrorosas tumbas clandestinas

a no ser el estiércol apagado de las vacas

o los brebajes mudos de la selva inundando como boas

las alocadas e incandescentes gonorreas de los curas

por lo que después de caminar un trecho por el campo

malicioso de sus sueños / y herido como un sapo

en las fronteras de concentración de su nostalgia (amapolas y

pecados y tragos de por medio) no le quedará más remedio

que repartir desde el fondo de su alma / (en trance con el

principio de los búhos y las algas malvadas de la tierra) /

estampitas y monedas y direcciones invisibles

en el poste milagroso de la esquina

o aquellas palabras que siempre repetía

como sombras o limosnas expropiadas a las leyes de la guerra:

“que cualquiera decida mi destino / la luz abandonada de mi vida”

y luego de vagar como un mendigo por el corazón

y la techumbre peligrosa de la infancia / entre la desolación y la lentitud de

las ortigas incandescentes en el alba

tras el espectro de los sueños y las nubes trituradas de los parques por el

aceite y las huellas perversas de los ciegos

terminar afirmando como un niño en los árboles frutales

              y resecos de su madre:

“ya nada queda en este mundo de mares y pétalos vacíos

Solo mirar el cielo como bar desarreglado

Y después de loquearse con las huellas de las hembras

Exterminar con estos ojos agrietados

Los poderes y las riquezas inexcusables de la lluvia”

  

GRAFFITIS / a Bob Marley

           

¿este soy yo? ¿y por qué?

MILAN KUNDERA

 

no te hastíes de la vida

haz algo útil con tu tiempo

arroja cuyes a la hoguera

piedrecitas a los ríos

orina en las iglesias

con la complicidad de los mendigos

y la perversión de los espejos

explota los edificios de los ricos

los sueños de tus hijos

la inseguridad de los misterios

recuerda el salario del vecino

las pisadas del andino

el cache o la tristeza

de las tortugas en invierno

no te quedes en pindinga: sueña

con la libertad de tu destino

con la seguridad inconmovible de las estrellas en el viento

con tu padre ebrio como un caballo desbocado

porque yo /norka / y mírame bien de perfil o por la espalda

algún día te cacharé en los mercados

en los rincones destruidos

por el llanto silencioso del canario

yo / el amante juvenil del trago y la mentira

del terokal y la piscina y las combis retorcidas

algún día como un cura hijo de puta te violaré

en los desiertos / en la maleza cachacienta

y morada de tus ojos

que sufren

como parroquia abandonada

el infierno incomprensible y subterráneo de tu anhelo

porque recuerda norka / flaca como cuerda de guitarra

todo es gris

siniestro

malvado

cursi

en los recovecos de la dicha

en las apuestas fijas y descachalandradas de los tedios

por eso existo (como dios) de puro milagro entre los cuervos

gritando que mi madre es una perra una puta

en los hoteles apachurrados de la nada

y que nadie (a pesar del chicle

y la náusea delirante y atormentada de mi alma)

me toma en cuenta

en esta manda humillante de animales

¿comprendes ahora mi odio literario?

¿mi barbarie existencial?

¿mis dudas y miserias?

¿lo insufrible de mis huellas?

¿a los presos de hambre en los sueños carcomidos de la pena?

podrás reírte o carcajearte de mi angustia

de la izquierdosa postura de mis huesos amargados

en las cunetas infinitas de los lodos

de mis tragos verticales en la hierba

de mi amistad inalterable

con las hembritas más fáciles y ricotonas en el barrio

incluso putearme cuando veas a los puercos tragarse las

sombras y jazmines y los ocasos y los sueños en mis manos

pero como todo tiene un precio (como dicen los capos y

los militares en la selva) te digo / para joderme y joderte en mi

negra y emperrechinada tristeza:

para qué diablos tienes tu cabeza de wáter como un huevo en la

mañana

tus ojos de zamba conchuda bamboleándome como un condón roto

en las margaritas de los parques:

segurito para no perder la memoria y tu silueta por el aire

y masturbarte como una lechuza barata por el cine

convertirte en una vieja antes de ir con los soplos a tu

            madre

no justifiques (así) pues depravada tu alma

tu infortunio y tus malas notas de cocinera barata

tu corazón (es verdad) mi querida estudiante sin rostro

ya no ama la cama / ni la cocina el domingo

se ha extinguido como mi falo o tu hueco

en los callejones atragantados y facilongos del odio

allí donde los guaguas nacen y se retuercen

sin tener un puto cobre para el combo del día

porque la voz es la voz y el tiempo es el tiempo

y el silencio y la noche las mismas bestias de siempre

no importa: algún día la tierra (nos dicen las vejestorias

y puntualísimas salamandras de otoño) se abrirá y nos tragará

como una simple cuculí con zapatos y todo

y así se acabará esta pequeña historia mi querida alcahueta:

como una simple mentira que nunca se acaba

y que jamás se acabará en esta superficie de tetas baratas

porque como dicen los cabros del día: somos reyes del mambo

pisando el poncho a los tombos en noches insomnes de trago

sin embargo no te olvides por ello de los precios del alba

de echarte vaselina antes de ir al mercado

y pacharaquearte bien con esos cojudos pelotas de trapo

que se pasan la vida tocando su guitarra en la tarde

porque recuerda (aunque estos caprichos se hundan

en los mondongos eclosionados y desvariados del llanto):

la vida es la vida (rata de mierda)

(ratita de mierda) dorando las aguas

Y ahogando a los hijos

              Como pequeños sapitos

                            en sus sueños vanagloriosos de caca

 

AL PEQUEÑO DROGO QUE MURIÓ

EN MIS BRAZOS

 

Yo te he visto clamar sin brazos

FRANCISCO BENDEZÚ

 

creciste vendiendo botellas y huachitos a la luz de la luna

el tiempo para ti jamás tuvo un recuerdo / un horario

o una cuarto para gritar como un animal salvaje en los

barracones de la noche: “la hierba es buena

pero mejor son las chiquillas para fornicar

entre las amapolas sarnosas de la lluvia”

por eso en tus bolsillos guardabas siempre fotos de mujeres

desnudas que encendían como avisos luminosos tus silencios

tal como ese abrelatas de cerveza que birlaste en aquel

horroroso manicomio una mañana donde tus parientes

te llevaron una noche para que no te faltara algún día tu partida de

defunción ni ese gato que aullaba contigo como un cerdo

nómade en tu cama

de este modo (creían)

nadie podría echarte tan fácilmente al olvido

ni a esa rueda de trastos y viejas primaveras humanas

que son los días después de un sueño lamentable de viejos

              mendigos

donde las agallas del pescado y los bosques del cielo se confunden con la

dentadura postiza de las doncellas desnudas y

            las abuelas putrefactas de tedio

tal vez por eso (y no por culpa de tu sombra o de algún tonto

o antiguo asesino o implacable verdugo) habías agarrado la

costumbre de pegarle a tu madre y robarle las gallinas y los

balones de gas a tu vecino: para defenderte

de todas las miserias del orbe

y de todas las mentiras que crecían como un diluvio en tu

             carne sancochada de loro

jamás supiste (y eso me lo dijiste infinidad de veces

cuando veíamos - ¿recuerdas? - al pie de los balcones de los

             cines derruidos)

que el mundo existía o pretendía existir en su lamento cornudo

             de ancianos

y que para ti era solamente un huevo redondo capaz de

dar miles de vueltas alrededor de tus manos picoteando las malezas

impredecibles del viento tratando de atravesar como un cuervo

                       descocado sin alas los espejos tempestuosos del sueño

y esto te lo digo ahora que estás lejos del tiempo

de todos los frutos que alguna vez soñaste creciendo en el

               terciopelo azul de segunda de tu madre

y sin poner (sobretodo) mi cara de palo porque nunca te vi enseñar

tu corazón a ninguna hembrita en el barrio

donde perdías como las estrellas batallas de cielo

a pesar de lo cual la policía te siguió persiguiendo

como un perro y dándote de palos en el suelo para cambiar

-según ellos- “el rumbo a tu vida”

después de abandonar a tus padres y conocer las migajas del ciego y el culo

del atolondrado naufragio / la desolación permanente de los borrachitos

perdidos / el insomnio inservible del llanto / el silencio de los locos vagando

como patos sin dueño por los basurales del día

comenzaste a buscar un espejo para saber que quedaba de ti

              en las ruinas del asqueroso destino

pero no encontraste nada: ni siquiera la angustia feroz que

               deseabas

por eso te fuiste a beber con los mendigos al mar

de los desaliñados olvidos donde contaste “diez”

antes de tirarte a los rieles descorazonados del tiempo

sin saber que tus amigos te llevaríamos flores y cartas

              y cerveza los fines de semana a la tumba

fu entonces cuando en medio de ruinas y larvas y aguas

             mugrosas cercadas de miedo

(en realidad un poco antes de todo esto que estamos narrando)

te llevamos a un hospital de provincia

donde nadie clamó siente veces al cielo como lo manda la

              biblia

sino que falleciste como una gaviota chillando en mis brazos

              vacíos /

luego de enterrarte al pie de nubes y naranjos podridos

sin ninguna palabra de viento en los labios pero con tu vieja

linterna  (la única felicidad que aun te quedaba en las manos)

unos patas te pusimos (como una clara despedida de amigos)

un viejo ramo de olivos en tu pecho raído

que tú -suponemos-

desde las insufribles pesadillas de las piedras y eucaliptos

              sin agua

agradecerás a pesar de tu niebla cansada de espantos

como el mejor y el más infeliz de los inmortales suicidas.

 

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